Se trata de atender (y entender) ciertas prácticas sociales (especialmente simbólicas) como des-territorializaciones de la experiencia urbana y formas de re-apropiación o re-encantamiento de la ciudad en las que los no lugares, y los espacios abandonados se ofrecen como vacíos donde re-insertar la experiencia personal e intersubjetiva, como un movimiento de “activación” de esos espacios. En esta cartografía del presente (y de los lugares para pensarlo) la relación entre Ficción y Diseño de experiencias supone el estudio de narrativas emergentes (intervenciones urbanas, graffiti, redes sociales) que intentan otros modos de re-apropiación del espacio público, y se proyectan como re-territorialización de la experiencia urbana (caraqueña), desplazada por la inseguridad y la violencia (entre otros factores) al espacio privado del hogar, al espacio “privatizado” de los centros comerciales (nuevas ágoras), o al espacio digital de las redes sociales y el “chat” como segunda vida, estadio compensatorio de una socialización que se presenta como experiencia inaccesible en la realidad material concreta. En tal sentido esta investigación se propone como una re-lectura de Caracas: una ciudad-texto que por años nos hemos esforzado en leer (“ciudadanos de a pie” y especialistas) como unidad, como secuencia lineal, y hemos fracasado en ello porque su propia estructura nos propone fragmentación y multiplicidad un texto en el que convergen distintos tiempos en un mismo espacio de multiplicidades en movimiento un texto en el que el sentido está diseminado y puede “producirse” por distintas vías.
Ciertamente podemos suponer que casi todas las ciudades presentan distintas dimensiones textuales que pueden corresponderse entre sí o no, y la discordancia entre dichas dimensiones es frecuente en el caso de las ciudades latinoamericanas. Lugares donde se genera la experiencia como asunto indecidible de simultaneidad y dispersión, donde todo es siendo aquí y ahora, en varios sentidos y en más de una dimensión a la vez.
Si pensamos el XXI como un paisaje cambiante en el que la cultura parece (re)tornar hacia un ordenamiento acústico (McLuhan) en las mediaciones tecnológicas y sus experiencias, un horizonte dinámico en el que asistimos al desplazamiento de la hegemonía de la palabra, como instrumento del logos y la razón, por las tecnologías de la información y la Comunicación, por los regímenes visuales y audiovisuales, y por las dinámicas digitales, no es difícil advertir en la ciudad contemporánea la superposición de territorios dispersos en los que más allá de una estructura arquitectónica sólida, cerrada o coherente, la experiencia urbana se recoloca en espacios intersticiales donde la semiosis se realiza en el vacío o la reasignación, en el límite, salto o fronteras entre lo simbólico y lo real.